Si los emprendedores marcharan…
Camila Sánchez Lecaros Directora E+
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Camila Sánchez
Desde octubre pasado hemos estado expuestos a cataratas de información. La agenda de los medios nacionales ha estado atestada de contingencia dura. El estallido social enarbola banderas de sendas demandas políticas y sociales, muchas de ellas válidas.
Esta avalancha de acontecimientos ha tenido consecuencias para todos los chilenos, nos guste o no, pero los emprendedores han sido de los sectores más afectados. La mayoría de ellos está tratando de sobrevivir sin ahogarse. El índice de confianza de los emprendedores sufrió una fuerte baja a causa del estallido social, retrocedió 20 puntos (informe Asech y Universidad del Desarrollo). La crisis social elevó a 67 días el plazo de pago a las PYME, lo que supera lo establecido por ley (Pago Oportuno), y muchas veces es incluso más tardío que eso.
Por otra parte, el ajuste a la baja en la proyección de crecimiento para Chile que hizo el FMI significa muchos dolores de cabeza para las PYME. Cientos ya han cerrado sus puertas, otras intentan sobrevivir el mes y algunas no pueden siquiera proyectar más allá de los próximos 15 días. Todos sabemos que son realidades teñidas por la crisis social, pero si pensamos en el “antes de”, ¿qué diferencia a la actual situación?
Si quieres llevar tu negocio al éxito, la lucha será dura, siempre. Y la dureza no la dan necesariamente tus propias exigencias, sino un entorno que necesita pulir mucho mejor las condiciones para que el emprendimiento se dé de manera natural y saludable. Por eso podríamos preguntarnos, ¿y si los emprendedores marcharan, cuáles serían sus quejas y exigencias?
Sin duda, una de sus mayores preocupaciones tiene que ver con detener la concentración económica, la que conlleva no pocas veces a colusiones y malas prácticas del empresariado. Esto se traduce en abusos que generalmente decaen en las PYME, que son las principales proveedoras. El hecho inhibe la competencia y aplasta a estas empresas pequeñas y medianas. En nuestro país, 12.000 son grandes empresas y 2.150 son mega empresas que concentran el 87% de las ventas. Las pymes son más de un millón y sus ventas concentran el 13% del PIB (Fuente SII). Las grandes empresas emplean 4,8 millones de personas, mientras que las PYME dan trabajo a 5,7 millones.
No cabe duda de que el mundo PYME es un motor importante para el desarrollo de la economía nacional. ¿Qué falta entonces? Es clave que el mercado crezca con oportunidades para todos, sin abusos. Para esto se necesita mayor fiscalización. Los emprendedores quieren saber con certeza cuánto y en qué se gastan los impuestos que tanto los agobian. Quieren que se visibilice a las empresas que no cumplen las exigencias básicas y abusan de los proveedores. Necesitan mayor seguridad. Los emprendedores no pueden soportar más tiempo de incertidumbre y políticas irresponsables, no tienen las espaldas.
Tal vez con mejor regulación y mayor fiscalización, la cancha sería más pareja para grandes y chicos y la calidad de vida emprendedora sería más saludable.